Los caminos del Señor...

¡Feliz tiempo pascual a todos!
El trabajo en la parroquia me impide actualizar este blog con la frecuencia que me gustaría, aunque a veces no tengo tan claro que el esfuerzo en las labores pastorales sea proporcional a los resultados obtenidos (me refiero al aspecto meramente humano). Me temo que esos técnicos, tan de moda hoy en día en las empresas, que se llaman a sí mismos “optimizadotes de recursos humanos”, nos darían a los curas más de un tirón de orejas.
Me explico:
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El domingo de Pascua, tras la última misa, una señora se acercó a mí y me dijo sonriendo:
- ¡Cuantas gracias doy a Dios por el cura que tenemos!
Ciertamente, la Semana Santa son unos días en los que, de una forma especial, preparas las homilías. (Hablar tantos días seguidos a una comunidad que abarrota el templo es una oportunidad para transmitir el mensaje evangélico, oportunidad que no tienen ni los políticos en tiempo de elecciones, y sería imperdonable dejarlo a la improvisación.)
Ante el comentario de la señora, lo cierto es que me dejé llevar un poco por el orgullo personal y, deseando que matizara sus palabras, le pregunté:
- ¿Hay alguna cosa de lo que he dicho todos estos días que le haya ayudado o gustado de forma especial?
Ella respondió rápidamente, como teniéndolo muy claro:
- ¡Ay, sí! A mí, lo que más me ha emocionado es cuando usted ha cantado eso del “Podéis ir en paz, aleluya, aleluya”.
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Ciertamente, para mí ha sido toda una cura de humildad.
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¡La paz contigo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno!