Comentario litúrgico

Durante todo este año, viendo que el trabajo en la parroquia me absorbía en exceso, me propuse no desatender del todo este blog e incorporar al mes como mínimo dos entradas nuevas, pero cada vez me es más difícil sacar tiempo para ello.
Para colmo, el responsable de la publicación semanal de mi diócesis accedió hace unos meses a este "blog del tío cura" y supo que era yo quien lo editaba. Consecuencia: entre palabras zalameras como "me gusta como escribes", "vales para esto", "hay que reconocer los talentos que recibimos"..., ha acabado encargándome (espero que por poco tiempo) el comentario litúrgico a las lecturas del domingo del semanario diocesano.
Por decisión propia, a la hora de aceptar esa responsabilidad, le indiqué expresamente que daba plena libertad a la dirección de la publicación para que recortasen, modificasen o incluso sustituyesen mis comentarios por otros más acertados, si lo creían oportuno. Y para que se viesen más libres para actuar así, solicité que no apareciese mi nombre en esa sección del semanario.
En principio, nadie en mi parroquia tendría por qué saber que soy yo quien hace los comentarios litúrgicos en la hojita diocesana. He incluso trato de tomarme el esfuerzo de que las homilías, sin prescindir de las ideas fundamentales, vayan por otra línea de la seguida en el comentario publicado (como haría si el autor fuera otro).
Digo todo esto por algo que me ha ocurrido recientemente:

He pasado por una gripe que, por culpa de no guardar reposo, se ha prolongado durante más de dos semanas. Y no sé si ha sido peor el remedio que la enfermedad. Por experiencia propia puedo decir que tomarse dos cajas enteras de antibióticos te deja "hecho un trapo", con una gran debilidad y varios kilos de menos.
Como resultado de una cosa y otra, aquel domingo me encontraba francamente mal ya desde la primera misa de la mañana (la de los más madrugadores). Después, la misa familiar, llena de niños con ganas de cantar y dar palmas, acabó con las pocas fuerzas que me quedaban. De manera que para cuando comenzó la misa mayor, bastante hacía con mantenerme en pie y ser consciente de lo que estaba celebrando.
Supongo que en la predicación hice hincapié en las ideas fundamentales, sin cuidar mucho el modo de presentarlas. Lo digo porque al acabar la misa, una de las chicas del coro me dijo con sinceridad:
- "Tiene que estar usted muy malo hoy para no haberse preparado la homilía, porque ya hemos visto que la ha copiado totalmente del comentario del semanario diocesano."

Debía haber supuesto que antes o después acabaría pasando.
¡Lo que hay que aguantar!

¡La paz contigo!

1 comentario:

Aurora Llavona dijo...

Espero que ya estés bién