Las preguntas de los niños, a veces, te rompen todos los esquemas.
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La iglesia de mi anterior parroquia estaba construida en los siglos XV y XVI. Tenía una única nave, cubierta por unas interesantes bóvedas de crucería elevadas a una altura más que considerable. (Para los no expertos en arte: era una enorme iglesia de hace quinientos años con unos techos de piedra muy altos y bonitos).
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A la responsable del primer año de catequesis se le ocurrió llevar a los niños (de 7 años) a la iglesia para enseñársela, dándoles una pequeña explicación de lo que era cada cosa.
Cuando acabó, me acerqué al grupo para dirigir una sencilla oración y, antes de que se fueran, les pregunte: “¿Os ha gustado la iglesia? ¿Lo habéis entendido todo? ¿Queréis hacer alguna pregunta?”
Entonces una niña levantó la mano y dijo: “¿A dónde lleva el ascensor?”
Totalmente desconcertado, le pregunté: “¿Qué ascensor?”
Ella, con un gesto que parecía indicar que estaba cansada de que a los mayores hubiera que explicarles todo, me cogió de la mano y me llevó a un lateral diciendo: “¡Ese ascensor!”, mientras señalaba… UNO DE LOS CONFESIONARIOS.
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¡La paz contigo!
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La iglesia de mi anterior parroquia estaba construida en los siglos XV y XVI. Tenía una única nave, cubierta por unas interesantes bóvedas de crucería elevadas a una altura más que considerable. (Para los no expertos en arte: era una enorme iglesia de hace quinientos años con unos techos de piedra muy altos y bonitos).
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A la responsable del primer año de catequesis se le ocurrió llevar a los niños (de 7 años) a la iglesia para enseñársela, dándoles una pequeña explicación de lo que era cada cosa.
Cuando acabó, me acerqué al grupo para dirigir una sencilla oración y, antes de que se fueran, les pregunte: “¿Os ha gustado la iglesia? ¿Lo habéis entendido todo? ¿Queréis hacer alguna pregunta?”
Entonces una niña levantó la mano y dijo: “¿A dónde lleva el ascensor?”
Totalmente desconcertado, le pregunté: “¿Qué ascensor?”
Ella, con un gesto que parecía indicar que estaba cansada de que a los mayores hubiera que explicarles todo, me cogió de la mano y me llevó a un lateral diciendo: “¡Ese ascensor!”, mientras señalaba… UNO DE LOS CONFESIONARIOS.
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¡La paz contigo!
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