¡Jo, qué fuerte! (II)

La escena que acabo de relatar me ha venido a la memoria por algo que he vivido esta misma semana.
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Debo dejar claro de antemano que en el contestador automático de mi teléfono móvil empiezo el saludo con la frase: “¡La paz contigo!”. Cualquier otra frase no reflejaría mejor mis sentimientos hacia quien llama: máximo de contenido con el máximo de economía verbal. Por algo era el saludo que usaba el Señor y que siguen usando judíos y musulmanes entre ellos. (Es una pena que los cristianos lo hayamos sustituido por un “hola” carente de contenido.)
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El otro día, al salir de una Eucaristía, vi que en el teléfono móvil tenía una llamada perdida y habían dejado un mensaje. La llamada procedía de un teléfono con el “numero oculto” (Ese tipo de llamadas suelen ser de comerciales, y para no hacerles perder el tiempo y no perderlo yo tampoco, tengo por norma no contestarlas nunca). Al escuchar el mensaje pude comprobar que, efectivamente, se trataba de una comercial con poca experiencia, pues había olvidado colgar el teléfono y había quedado grabada la siguiente conversación con una compañera de trabajo:
- La paz contigo. En este momento no puedo atenderte.
- ¿Qué?
- La paz contigo. No puedo atenderte.
- ¿Pero qué te ha dicho?
- ¡La paz contigo!
- ¡Jo, qué fuerte!
- ¡La paz contigo! ¡Jo, qué fuerte!
- Seguro que era un cura. Seguro.
- ¡Jo, qué fuerte!
- ¡Un cura! ¡Qué fuerte!
Llegado a este punto de la "conversación", por respeto (dado que parecía evidente que se trataba de una conversación privada), opté por borrar el mensaje sin escuchar el resto. Pero me quedé con la duda: ¿Por qué aquel saludo era “tan fuerte”?
Sé por experiencia propia la cantidad de burradas que la gente pone como mensajes de bienvenida en los contestadores (desde grabaciones graciosas hasta expresiones de evidente mal gusto), y dado su trabajo, ellas deberán escuchar realmente “de todo”. En ese contexto, ¿qué tiene de “fuerte” que alguien te desee la paz? ¿Y por qué asocian indubitablemente esa expresión a “un cura”?
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Insisto en lo dicho al principio de la entrada. Me gustaría saber si la expresión en cuestión es una simple exclamación de tono neutro o implica una valoración positiva o negativa. Así, ante hechos como éstos, podré decir con mayor propiedad: “¡Jo, qué fuerte!
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¡La paz contigo!

2 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

Su blog es divertido y da qué pensar. Así que lo voy a enlazar ya mismito. Porque hay que ver ¡qué fuerte!

Daniel Mora dijo...

Padre... Enhorabuena... que bueno que aún existan personas que piensen que cuando alguien les desea la Paz es por que debe ser Cura. Y ojala existan mas personas que, sin necesidad de serlo, nos deseen la paz asi no puedan atendernos.

Daniel

P.D. Gracias por el Blog