Ruidos en la casa (III)

Lo que no me esperaba es lo que pude ver en la habitación del hijo mayor, la última en visitar y en bendecir: estaba llena, casi empapelada, de recortes y pósteres de grupos de heavy metal, con continuas simbologías anticristianas, como la portada del grupo Dio en el que un diablo lanza a un sacerdote encadenado a un lago, o la del grupo Venom con la estrella de cinco puntas invertida y una cabeza de macho cabrio en el centro (pueden imaginarse el resto: cruces invertidas y otras simbologías típicas satánicas). La pared principal la presidía una enorme bandera extendida (como las que suelen adornar la parte de atrás de las cabinas de los grandes camiones) con un diablo saliendo de entre las llamas, y junto a ella, un dibujo de Adolfo Hitler hecho a lapicero (realizado supuestamente por el propio joven). Estaba claro que algo no funcionaba en aquella o aquellas cabezas.
Propuse a la madre que, si lo creía oportuno, deberíamos retirar todo aquello. Ella me preguntó medio embobada (como si fuera la primera vez que entraba allí) si pensaba que “esas cosas” podían ser perjudiciales para su hijo. Mi respuesta fue sincera: “¡Mire, señora!, de lo que SÍ estoy seguro es de que convivir con esto todos los días no ayuda a su hijo ni psicológica ni espiritualmente. ¿Está segura de que el muchacho está mentalmente equilibrado?”
La mujer se me echó a llorar y me dijo que esas ideas de su hijo eran recientes, que habían comenzado a raíz de los ruidos, y que precisamente él prefería irse a dormir a la habitación de su hermano, donde no había nada de eso, porque allí decía que “podía descansar”.
Insistí en que lo mejor que podían hacer era retirar todo aquello de las paredes, aunque “como el muchacho era mayor de edad”, la madre creyó que “sería mejor consultarle”. Ante mi insistencia, finalmente acabó prometiéndome que su marido y ella hablarían con el joven y harían lo posible para que se deshiciese de todo.
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Una semana más tarde volví a encontrarme con aquella señora. Sonriendo me dijo que todos en su casa estaban mucho más tranquilos. Su hijo había quitado todas aquellas fotografías y dibujos y, ayudado por su padre y su hermano, las habían quemado. Ahora volvía a dormir solo en su habitación.
Me alegré de lo que me contaba. Como ella no sacó el tema de los “los ruidos”, por prudencia, tampoco yo le pregunté.
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Apenas tres meses después, toda la familia se trasladó a vivir a otra ciudad por cambio de trabajo del marido y del hijo. Aquella señora siguió viniendo a trabajar un tiempo hasta que encontró también un puesto de trabajo en el lugar donde residían. No he vuelto a tener noticias suyas.
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¡La paz contigo!

5 comentarios:

Galsuinda dijo...

Glub, justo que vino ayer en la hoja diocesana una entrevista www.iglesiaenlarioja.org/Populus/n312.pdf pero ocurría allende el Charco.

Se podrían animar un poco más los sacerdotes a hablar de esto en los púlpitos.

Saludos

Anónimo dijo...

Con todo aprecio, he leído esta secuencia de "ruídos". Tal vez no debiera haberlo contado, porque excita la curiosidad malsana. Los psicólogos y psiquiatras también tienen conocimiento en su consulta de hechos "fuera de lo normal", pero que no divulgan. Y me parece muy bien que sean discretos, porque prestar atención a estas cosas es provocar que se repitan.

Anónimo dijo...

Saludos padre.

Esta entrada me parece desafortunada por los comentarios.

Soy católico practicante y he sido como este joven que ha descrito, mi habitación estaba como la suya, e incluso tenía un poster de Hitler...

Desde los 12 o 13 años he escuchado música heavy en sus más diversas variantes (trash, black, death...) y sabe, esa música no me genero ninguna psicopatia ni disfunción neuronal, es más, al cabo de unos años me llevó a estudiar durante dos años en la facultad de Teología de la Universidad de Navarra, donde descubrí que mi auténtica vocación es ser un laico comprometido con la misión... soy católico practicante de misa diaria y en alguna ocasión escucho a Metallica o Halloween y no por eso dejo de ser un buen católico.

ave fénix dijo...

Pido perdón de nuevo, me precipité a preguntar como terminaba el asunto en el primer parrafo.
Me alegro mucho por esta familia....que espero ahora tengan paz y tranquilidad.
Un saludo padre.

el tío cura dijo...

¡La paz contigo, opus prima!
He leído tu comentario.
En absoluto estoy en contra de la música. Los que leen habitualmente mi blog saben que, de hecho, toco el bajo eléctrico (y tengo buena parte de la discografía de Metálica, aunque, dada mi edad, prefiero a Deep Purple, Led Zeppelin o Black Sabbath)
Sólo trataba de contar una anécdota vivida, y lo peligroso que puede ser obsesionarse con ciertas cosas (toda obsesión es peligrosa)
Por cierto, no me negaras que algunas letras no son “excesivamente edificantes”. Buena parte no es sino estética. El problema es cuando algún descerebrado lo asume como “filosofía de vida”, y te aseguro que de esos hay bastantes.
¡Animo en tu vocación como militante cristiano activo!
Un abrazo en el Señor.