Aquel año sabía que estaba dando catequesis a los hijos de buena parte de los traficantes de droga de la ciudad (no grandes traficantes de los que “se forran” a costa de la miseria humana, sino traficantes de “menudeo”, de los que malviven con lo que sacan porque también ellos están atrapados por ese veneno).
Era consciente de a qué tipo de familias pertenecían aquellos niños, pero no es lo mismo saber intelectualmente que ese mundo existe a ponerle rostros y nombres concretos. Por eso, me quedé bastante impresionado el día que, al empezar una sesión de catequesis y preguntarles cómo habían pasado la semana, un niño de 8 ó 9 años nos dijo: “Pues yo, el sábado tuve suerte y me gané unas pesetas.”
Al preguntarle qué había pasado, nos contó con toda naturalidad:
- “Vi a un tío corriendo porque le perseguía la policía. Al doblar la esquina tiró algo a un contenedor de basura. Cuando ya no se veía a nadie de los que corrían, como estaba solo miré en el contenedor a ver qué es lo que había tirado. Total, que en la bolsita había ¿…? gramos de ¿…? (una droga), y como está a ¿tanto? el gramo, me he sacado 15000 pesetas.”
Yo, asustado, le dije: “¿Pero tú no tomas de eso, no?”
Y él, con una sonrisa, contestó: “¡No, hombre! ¡Todavía no!, que soy muy pequeño.”
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Han pasado de esto casi 20 años. No recuerdo el tipo de droga que encontró, ni la cantidad. Ni siquiera recuerdo bien la cara de aquel niño. Pero ese “¡Todavía no!” se quedó grabado en mi memoria.
Cuantas veces rezo por aquel niño (hoy tendrá ya casi 30 años), por él y por tantos otros como él, para que ese “¡Todavía no!” se dilate lo más posible en el tiempo.
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Era consciente de a qué tipo de familias pertenecían aquellos niños, pero no es lo mismo saber intelectualmente que ese mundo existe a ponerle rostros y nombres concretos. Por eso, me quedé bastante impresionado el día que, al empezar una sesión de catequesis y preguntarles cómo habían pasado la semana, un niño de 8 ó 9 años nos dijo: “Pues yo, el sábado tuve suerte y me gané unas pesetas.”
Al preguntarle qué había pasado, nos contó con toda naturalidad:
- “Vi a un tío corriendo porque le perseguía la policía. Al doblar la esquina tiró algo a un contenedor de basura. Cuando ya no se veía a nadie de los que corrían, como estaba solo miré en el contenedor a ver qué es lo que había tirado. Total, que en la bolsita había ¿…? gramos de ¿…? (una droga), y como está a ¿tanto? el gramo, me he sacado 15000 pesetas.”
Yo, asustado, le dije: “¿Pero tú no tomas de eso, no?”
Y él, con una sonrisa, contestó: “¡No, hombre! ¡Todavía no!, que soy muy pequeño.”
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Han pasado de esto casi 20 años. No recuerdo el tipo de droga que encontró, ni la cantidad. Ni siquiera recuerdo bien la cara de aquel niño. Pero ese “¡Todavía no!” se quedó grabado en mi memoria.
Cuantas veces rezo por aquel niño (hoy tendrá ya casi 30 años), por él y por tantos otros como él, para que ese “¡Todavía no!” se dilate lo más posible en el tiempo.
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¡La paz contigo”
2 comentarios:
impresionante.
Me ha dejado triste la historia. Espero que ese niño nunca probase la droga al crecer
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