Mala temporada (II)

2º.- El párroco anterior componía un práctico boletín parroquial que, además de incorporar un comentario al Evangelio del domingo, era el instrumento ideal para dar a conocer todas las celebraciones y reuniones de la semana. El boletín se dejaba en las mesitas de la iglesia en las misas del sábado y del domingo y, al parecer, todo el mundo la recogía.
Mi idea es continuar esta iniciativa y he preparado especialmente el boletín durante toda la semana, pues no imagino mejor modo de presentarme a todo el pueblo y de convocar a padres, catequistas y grupos parroquiales a sus respectivas reuniones para que comience ya el curso pastoral a pleno rendimiento.
Estaba satisfecho del resultado, tanto en la estética del nuevo boletín parroquial como en su contenido, pero… en el último momento le ha dado a la fotocopiadora parroquial por atascarse. He hecho todo lo imaginable para intentar sacar de los rodillos el folio atascado, pero no ha habido manera. La parroquia tiene un contrato de mantenimiento de la fotocopiadora con una empresa pero “precisamente” los sábados los técnicos no trabajan.
Total, tras la misa del sábado por la tarde, nuevas disculpas ante toda la comunidad por no haber podido hacer la hoja parroquial. ¡Espero que no piensen que es fruto de mi dejadez!, aunque algunos ya empezaban a recordar en voz alta a la salida de misa que, pocos días antes, ya había llegado tarde al funeral.
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3º.- Aun había un modo de reconciliarme con toda la comunidad. Hoy era primer domingo de Octubre y aquí se tiene la costumbre de celebrar el Rosario de la Aurora, un rosario por las calles a las 7 y media de la mañana para acabar a las 8 con una Eucaristía. Esta vez no podía fallar y los feligreses debían percatarse de que compartía con ellos la devoción a nuestra Madre, Santa María. Incluso había preparado una homilía en la que tomando el Evangelio del día (“Somos unos pobres siervos. Hemos hecho lo que teníamos que hacer.”) lo vinculaba a la actitud de humildad y gratitud de María y a sus palabras en la Anunciación: “Aquí está la esclava del Señor.” Pero… a media tarde me he empezado a encontrar mal, tenía fiebre y no paraba de toser (estos cambios de tiempo van a acabar conmigo).
Total, que viendo que el catarro iba a peor, la fiebre no bajaba y estaba totalmente afónico, he tenido que llamar por teléfono a un sacerdote que está pasando unos días en el pueblo para que presidiera él el Rosario de la Aurora y la Eucaristía. Más tarde, he oído debajo de mi ventana a un grupo de feligreses que volvía del Rosario y que comentaban: ¡El cura nuevo… seguro que aún está en la cama!
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Como he dicho al principio, esta primera semana en mi nueva parroquia ha sido “gloriosa”.
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¡La paz contigo!
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¡Señor, creo que empiezo a entender tu sentido del humor!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hombre, ya le ayudamos en la distancia.

Ni los sustitutos de don Camilo lo pasaban así. :)

Anónimo dijo...

Bueno, usted hizo lo que tenía que hacer... ;-)