La tía Josefina

Una de las personas más interesantes con las que me he encontrado en la vida ha sido mi tía Josefina, la hermana de mi abuela materna.
Pasó sus últimos años viviendo con nosotros, lo que me permitió conocer mejor a esa mujer de gran vida interior y mucho sentido común, con una historia llena de anecdotas y curiosidades.
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Nacida en Calanda (Teruel) en el año 1890. Al comenzar la guerra civil recogió a una hermana suya, religiosa, y con un salvoconducto marchó de Zaragoza (zona nacional) a Alicante (zona republicana).
Allí sirvió en la casa del juez que juzgó a José Antonio Primo de Rivera. Era la única que podía entrar en su despacho (para limpiar), y solía recordar el sufrimiento de aquella familia durante esos trágicos días. (Muy creyentes, especialmente la esposa, rezaban a escondidas el rosario todos los días; e incluso tuvieron que poner en la casa un gran cuadro para tapar la sombra que había dejado en la pared, por culpa del sol, una imagen del Corazón de Jesús.)

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Como he dicho, la vida de la tía Josefina estaba llena de anécdotas y curiosidades, pero lo que más me llamó la atención es algo que contaba con toda naturalidad:
Una caída le supuso una rotura de cadera que le obligó a llevar muletas desde entonces. Con el tiempo, el clavo que le colocaron le fue rozando el hueso, lo que le provocaba grandes dolores. La única solución era operar de nuevo y quitarle el clavo, aunque la decisión era muy peligrosa debido a su estado de salud.
La noche antes de las últimas pruebas para determinar si la operación era viable o no (después de un día especialmente doloroso), mi tía soñó con Juan XXIII, a quien tenía gran devoción, y con el Vaticano. Al día siguiente no tuvo dolores, y los rayos X confirmaron que el clavo había desaparecido. Los médicos no tenían ninguna explicación.
El día que me contó aquello (por aquel entonces, yo era seminarista) le enseñé una foto de la plaza de San Pedro de Roma, pero ella con gran seguridad me dijo que eso no era el Vaticano. Me describió con todo detalle cómo era el templo que ella había visto en aquel sueño. Sólo tiempo después entendí que me estaba describiendo ¡¡la basílica paleocristiana descubierta bajo los cimientos del actual San Pedro!! (Pero ella no tenía ningún modo de poseer esos conocimientos.)
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La tía Josefina fue enterrada un 19 de marzo, día de San José, el mismo día que había nacido, sólo que 96 años después. En esa misma fecha, unos años más tarde, yo era ordenado sacerdote.
Descanse en paz.
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¡La paz contigo!

El Papa y la pancarta


Nos hemos acostumbrado a ver en los encuentros multitudinarios del papa con los jóvenes, sobre todo en las Jornadas Mundiales de la Juventud, grandes pancartas que hacen referencia a algún texto bíblico o dan ánimo al Santo Padre por la labor que realiza, indicando de paso que “tal grupo” está presente en el encuentro.
La verdad es que esas enormes pancartas, habitualmente fijadas a unas vallas o a la fachada de una casa, nos parecen algo habitual, pero no siempre ha sido así. A mí, junto con un pequeño grupo de jóvenes riojanos, me tocó llevar la primera de todas ellas.
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Era la primavera de 1984. Habíamos organizado un viaje para asistir a un encuentro mundial de jóvenes en Roma. Ninguno teníamos muy claro en qué iba a consistir todo aquello (aún no se habían instituido las Jornadas Mundiales de la Juventud), solamente íbamos a ver y a escuchar al nuevo Papa, Juan Pablo II, que había convocado a la juventud de todo el mundo.
Nos repartimos la organización del viaje, y encargamos al grupo de jóvenes de Haro (La Rioja) que hiciesen una pancarta “grande”, “que se viese y se nos viese”.
Cual es nuestra sorpresa cuando al montar en el autobús aparecieron con un gran fardo de telas y unos tubos bastante largos.
Nos olvidamos del asunto, pero llegó el día, ya en Roma, en el que estaba organizada una gran procesión desde el Coliseo hasta el Vaticano. Es entonces cuando sacamos la pancarta y la extendimos por primera vez. ¡¡Tenía 15 metros de larga por 2 metros de ancha! Y para portarla habían diseñado cuatro mástiles enroscables, como tuberías de fontanero, que una vez montados alcanzaban los 4 metros y medio de altura.
Se necesitaba como mínimo 10 personas para mover todo aquello, 3 en los mástiles centrales y 2 en cada extremo.
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La participación de jóvenes en el encuentro fue multitudinaria (la prensa habló de más de 300.000 jóvenes) y, para mayor seguridad, el gran gentío se dividió en bloques, con cierta distancia entre unos y otros. Nuestra pancarta era tan grande que la organización decidió que fuera encabezando uno de los primeros bloques de jóvenes. (Los jóvenes portaban palmas verdes, pues al día siguiente era Domingo de Ramos).
La pancarta era tan grande que dos tercios de la misma iba abriendo la procesión, mientras que el mástil del extremo derecho (el que llevábamos como podíamos entre un joven de Calahorra llamado Emilio y yo) iba totalmente orillado, a 5 metros del resto de la gente, ya que por debajo de ese tramo de pancarta pasaban los coches de la policía y las ambulancias.
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Mover la pancarta durante esos aproximadamente 5 Kms. fue duro, muy duro, pero al menos los edificios nos libraban del viento. El problema vino cuando hubo que cruzar el puente sobre el río Tiber. Los de Haro no habían calculado que su pancarta era en realidad una gran vela de 30 metros cuadrados colocada a mas de 4 metros de altura, y ese día era especialmente ventoso. Así que ahí nos tienes parando toda esa procesión internacional para hacer más agujeros en la tela de lona ¡¡con unas tijeras para las uñas!!, que era lo único que teníamos a mano.
Al final, totalmente agotados, llegamos a la Plaza de S. Pedro, y el tamaño de la pancarta, imposible de apoyar en ningún otro sitio que la propia pared de la basílica, hizo que, tras mucho insistir, la guardia vaticana nos permitiera a todo el grupo cruzar las barreras y colocarnos en un lugar de preferencia.
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Durante años he guardado recortes de la prensa internacional haciendo reseña del evento. En todos aparecía nuestra pancarta destacando en medio de un bosque de hojas de palmera verdes.
Curiosamente, varios de los que portábamos la pancarta somos ahora sacerdotes.
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¿Qué decía la pancarta?
CRISTO VIVE – Jóvenes de Comunidades Neocatecumenales – LA RIOJA-ESPAÑA
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¡La paz contigo!

El tío cura

En un pueblo, en el que estaba destinado como sacerdote, pedí a un joven que me abriera una cuenta de correo electrónico.
Había que ponerle un nombre (ya sabéis la locura que eso significa). Probó con mi nombre, con mis apellidos, con combinaciones de ambos… Siempre nos daba el mismo resultado: ese nombre ya estaba siendo usado por otra persona.
Al final, Gustavo (así se llamaba el joven), a la desesperada, escribió “tiocura”, y "curiosamente" a nadie se le había ocurrido todavía.
El joven se echó a reír e iba a borrarlo, pero a mí me pareció un nombre entrañable. ¿Quién no tiene, o ha tenido, un tío cura?
Puede ser un tío carnal, o un tío lejano. Tal vez un hermano del abuelo o un amigo de la familia que ha sido “adoptado” por todos.
Pueden pasar años sin tener noticias suyas, pero ahí está cuando se le llama: en los bautizos, las bodas… los funerales. Cada vez un poquito mayor, cada vez un poquito más pesado en los sermones, cada vez con más manías de “solterón” y yendo más “a su bola”.
De vez en cuando sale su foto en algún periódico regional con motivo de las fiestas de un pueblo o algún acto cultural. Y aunque todos tenemos claro que los curas ya no son lo que eran, en caso de apuro aún se le pregunta si conoce a alguien que pudiera echar una mano a los hijos (o a los nietos).
Este blog está escrito por un cura de esos.
Trataré de compartir con quien le interese mis “batallitas”: experiencias en los viajes que he realizado (Europa, Japón, EEUU, Brasil…), las múltiples anécdotas que me han sucedido (funerales, bodas, el día que conocí a un agente de la CIA, el 11-S vivido en directo en Manhattan…), mis preferencias en cuanto a música, literatura…
Alguno preguntará… ¿y sobre religión?
Pienso que ya hay muchas paginas web y blogs que tocan el tema y están hechas con acierto (espero poder colgar aquí algunas direcciones). Con todo, si tienes alguna duda, del tipo que sea, no dudes en preguntar. Estoy a tu disposición, como todo “tío cura”.

¡La paz contigo!

(Nota: No creo necesario indicar que todo lo que se escriba en este blog, por extraño que parezca, es totalmente cierto. Son vivencias personales, y mi única pretensión es compartirlas con quien le interese.)