Nació con una parálisis cerebral muy severa que le impidió tanto la movilidad física como el desarrollo mental.
Con ocasión de una visita de Juan Pablo II a España, los abuelos de Josué consiguieron llegar con él hasta la primera fila del lugar por donde el papa saludaba a la gente, y mostrándole a su nieto le hicieron una pregunta que les salía del corazón:
- Santo Padre, ¿por qué Dios ha permitido esto?
El papa se paró ante aquella familia angustiada y, también desde lo más hondo, les respondió con unas palabras proféticas (de esas que sólo brotan de los hombres muy próximos a Dios):
- Si alguna vez yo voy al cielo, será de la mano de este niño.
Pues bien, ¡Josué ya está en el cielo!
¡La paz contigo!