¿Cuántas veces hemos oído: “El mundo es un pañuelo”? Yo empecé a intuir que algo de verdad había en esa expresión a la edad de cinco años.
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Estábamos toda la familia pasando un fin de semana en Madrid, y aquel día nuestros padres nos llevaron a conocer el Zoo.
Apenas llevábamos unos minutos, cuando nos encontramos de frente con la vecina que vivía justo en el piso encima del nuestro, que iba acompañada por sus hijos (nuestros amigos de toda la vida). Ella nos miraba como incrédula y, un poco avergonzada, no paraba de preguntarnos: “¿Pero soy vosotros? ¿Sois vosotros de verdad?”
Después de mostrarle nuestra sorpresa y nuestra alegría por encontrarnos tan lejos de casa, ella, ya un poco más tranquila, nos explicó el porqué de su especial extrañeza:
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"Hace un momento he visto a lo lejos a un conocido, y me ha hecho tanta ilusión encontrarme con alguien del pueblo, en un sitio como Madrid, que le he llamado a gritos y me he acercado deprisa con los hijos.
- ¡¡Pero hombre, tú por aquí!!
- Disculpe, señora, pero…
- ¿Es que no me conoces?
- No…
- Que soy Angelines…, la mujer del practicante.
- Lo siento, pero…
Entonces, he recordado quién era.
- ¡Ay…, perdone! Si es que, como le veo todos los días... ¡¡Usted es el del telediario!! "
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¡La paz contigo!
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Estábamos toda la familia pasando un fin de semana en Madrid, y aquel día nuestros padres nos llevaron a conocer el Zoo.
Apenas llevábamos unos minutos, cuando nos encontramos de frente con la vecina que vivía justo en el piso encima del nuestro, que iba acompañada por sus hijos (nuestros amigos de toda la vida). Ella nos miraba como incrédula y, un poco avergonzada, no paraba de preguntarnos: “¿Pero soy vosotros? ¿Sois vosotros de verdad?”
Después de mostrarle nuestra sorpresa y nuestra alegría por encontrarnos tan lejos de casa, ella, ya un poco más tranquila, nos explicó el porqué de su especial extrañeza:
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"Hace un momento he visto a lo lejos a un conocido, y me ha hecho tanta ilusión encontrarme con alguien del pueblo, en un sitio como Madrid, que le he llamado a gritos y me he acercado deprisa con los hijos.
- ¡¡Pero hombre, tú por aquí!!
- Disculpe, señora, pero…
- ¿Es que no me conoces?
- No…
- Que soy Angelines…, la mujer del practicante.
- Lo siento, pero…
Entonces, he recordado quién era.
- ¡Ay…, perdone! Si es que, como le veo todos los días... ¡¡Usted es el del telediario!! "
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¡La paz contigo!
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