El póster

Hace ya bastantes años, un sacerdote de mi pueblo, misionero en Honduras, en uno de sus regresos a España, le trajo a mi madre el póster del payaso que aparece en la fotografía.
Cuando yo entré en el seminario, ella lo mandó enmarcar y me lo regaló.
Desde entonces me ha acompañado, tanto en los años de seminario como, después, en los diferentes destinos parroquiales.
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Muchos días, no pasa de ser un objeto decorativo de mi despacho.
Pero el día que poso en él la vista conscientemente, me hace recordar por qué estoy donde estoy y hago lo que hago.
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También me hace recordar el día en el que, estando en el seminario, el rector entró en mi habitación y al ver el cuadro del payaso sobre la cuerda floja se quedó largo rato mirándolo.
Al ver su interés, se me ocurrió preguntarle: “¿Qué te parece?”
Y él me contestó con sinceridad: “Pues… que se han dejado de poner la tilde al “que”. ¡Menuda falta de ortografía!”
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¡¡Sobran las palabras!!
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¡La paz contigo!

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